Si bien es cierto que mantenerse informado sobre el virus AH1N1 es una responsabilidad de cada cual, no despegarse del tema y concentrar la rutina diaria en los pormenores de la enfermedad puede rayar en una obsesión peligrosa.
El psicólogo clínico Luis Caraballo advirtió ayer que el miedo al contagio puede llevar a las personas a actuar de una manera irracional.
“Si tienes que ir a trabajar y dejaste de ir, si dejas de hacer compra, si sientes que estás dejando de funcionar y que ya no eres tú, posiblemente has dejado que el miedo te domine”, explicó el catedrático auxiliar del departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas.
Aunque se supone que la ciudadanía tome las medidas de prevención recomendadas por Salud, llevarlas a los extremos no necesariamente va a proteger más.
“Si cada vez que respires te vas a poner la máscara o si te lavas las manos cada 25 minutos, estás exacerbando una conducta compulsiva que no necesariamente disminuye el riesgo”, explicó Caraballo.
Para el también psicólogo clínico Alfonso Martínez Taboas, una cosa es la preocupación sensata y otra la morbosa.
“Hay que dejarse llevar por la información oficial y no llegar a conjeturas irresponsables que no tienen nada que ver con la evidencia científica”, señaló el catedrático de la Universidad Carlos Albizu.
Martínez Taboas advirtió que cuando se difunde el miedo, la sociedad puede llegar a experimentar colectivamente pánico social.
“Basado en algo real, la comunidad o hasta un país completo llega a generar preocupación masiva y la gente empieza a somatizar y presentar copias de los síntomas”, explicó sobre un comportamiento que espera no llegue a manifestarse en la Isla.
Caraballo reconoció que todo cambio en la manera de hacer las cosas, aunque sea temporero, provoca mucha incomodidad, pero hay que tener control con los extremos.
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