Friday, November 14, 2008

DÈJALE QUE MALDIGA

“DÈJALE QUE MALDIGA… ACASO JEHOVÀ MIRE MI AFLICCIÒN Y CAMBIE EN BIEN SUS MALDICIONES DE HOY.” 2 Samuel 16:11b y 12
Por Guillermo Avila

Ninguna otra cosa prueba tanto el carácter cristiano de un discípulo que cuando alguien habla mal de uno, ello descubre nuestro corazón y expone nuestra realidad espiritual.
Son el HORNO DE FUEGO que prueba el fundamento de nuestra fe, si es oro puro o simplemente madera, heno u hojarasca que será quemada dejando brotar raíces de amargura, quejas y resentimientos.

Las palabras de nuestro texto son expresadas por el rey David cuando su hijo Absalón a quien había favorecido y perdonado por el asesinato de su hermano Amnón, se rebela contra su padre con la intención de arrebatarle el reino. El rey tuvo que abandonar Jerusalén y huir al desierto, y Simeì descendiente de la casa de Saúl aprovechando esta debilidad lo siguió por el camino arrojándole piedras y maldiciéndolo por un largo trecho ante la impaciencia de quienes lo acompañaban. Resalta ante esta humillación de David su sometimiento total a la voluntad de Dios, esperando y confiando completamente en El.

Cuanta gracia se requiere para soportar la incomprensión, un juicio desfavorable o una respuesta no amable.

Como resalta la pureza, la brillantes y la hermosura del carácter de nuestro Señor Jesucristo expresado por boca del profeta Isaías:
“Angustiado el, y afligido,
No abrió su boca;
Como un cordero fue llevado al matadero,
Como una oveja delante de sus trasquiladores,
Enmudeció, no abrió su boca.”

Sólo la gracia de Cristo por medio de su espíritu en nosotros nos permitirá ver LA RIQUEZA Y BENDICIÒN escondida detrás de cada prueba, y no poner la atención en los agravios y en los enemigos que convierten nuestra vida en un continuo campo de batalla y desolación.

Dios nos conceda más del espíritu de su Hijo, “Quien cuando le maldecían, no contestaba con maldición, cuando padecía, no amenazaba, sino que ENCOMENDABA LA CAUSA al que juzga justamente.”

Consideremos a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra si mismo, para que nuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Si Dios restableció a David como rey sobre Israel y sofocó la rebelión de Absalón.
Si Dios exaltó a su Hijo, quien sufrió la cruz menospreciando el oprobio, sentándolo a su diestra en su trono.

El mismo Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, es quien nos dice por boca del apóstol Pedro,” DESPUES QUE HAYÀIS PADECIDO UN POCO DE TIEMPO, EL MISMO OS PERFECCIONARÀ, AFIRMARÀ, FORTALECERÀ Y ESTABLECERÀ BAJO SU REINO.”

El sacará a luz su gloria y exaltación, y a El daremos la alabanza y la adoración.

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