Al hablar del Evangelio del Reino es muy importante primero referirse a dos aspectos: el contexto del mundo actual y el contexto de la Iglesia en la actualidad. Son dos aspectos que quiero tocar antes de entrar al Evangelio del Reino de Dios como creo que el Señor Jesucristo lo estableció y como Él nos dio el ejemplo. El mundo actual está tan complejo como corrupto, pero en el tiempo de Jesús en la tierra la situación no era tan diferente, la corrupción tenía las mismas características.
Por ejemplo, el imperio romano no era nada de santo, el emperador era un hombre terrible, creo que era un tiempo bastante complicado para la iglesia. Había corrupción de todo tipo, pero Jesús en ese tiempo enfrentó a su generación con el Evangelio del Reino de Dios y no había otra manera para que el ser humano cambiara radicalmente, como no lo hay hoy día tampoco. No porque estemos al final de este siglo, casi al borde del próximo milenio, tiene que cambiar el evangelio. No es Dios quien tiene que acomodarse a nosotros, sino nosotros somos quienes tenemos que ponernos bajo el Gobierno de Dios.
Primero trataré sobre el Evangelio que se predica hoy. En nuestros días hay un cambio muy grande en la presentación del Evangelio. En vez de que Dios sea el centro de el mensaje, es el hombre quien ha pasado a ser el centro de la predicación, quizás esto obedece a la influencia muy fuerte del humanismo secular que ha afectado aun a la Iglesia.
El humanismo ha ido metiéndose en todos los campos de la sociedad actual. Lo que parecía en un tiempo atrás difícil que sucediera está aconteciendo. En la década del ochenta, en el año 81´ visité Europa y me quedé impactado por muchas cosas que vi, hechos que cambiaban fundamentalmente la actitud de la Iglesia hacia el mundo que enfrentaba.
Recuerdo que algunos líderes me llamaron en un momento para decirme que lo que yo estaba predicando no se podía predicar en los lugares donde lo estaba haciendo. Con todo lo que me dijeron prácticamente me dejaban sin mensaje, pues me decían: "aquí no se puede hablar de la familia como usted lo está haciendo, no se puede hablar de los homosexuales, de las lesbianas; no se puede hablar de nada de eso, porque todo está penado por la ley; no se puede hablar de disciplinar a los hijos. Y yo les dije: "¿de qué voy a predicar entonces?. Yo voy a predicar la Palabra de Dios, si me soportan, me soportan, si me echan que me echen, pero yo no puedo predicar otra cosa que lo que está escrito".
Eso fue el año 81` en Europa, pero hoy día en Chile estamos ya ante la misma influencia del humanismo. Un área donde se refleja lo que digo es en relación a los derechos humanos que son una provocación a los principios de Dios en muchos sentidos. Yo sé que hay abusos, pero esos abusos lamentablemente se tratan de una manera equivocada: buscando justicia humana contra injusticia humana.
Aquí la mano se pasa y se pasa al borde de quebrantar los principios de Dios. Hoy ya no se puede disciplinar a los hijos porque la ley pronto nos va impidiendo que eso se haga, es decir, otros quieren intervenir en la educación de nuestros hijos.
Lo mismo está ocurriendo en la política internacional; otros nos van a gobernar a través de la economía. Hay tantas cosas equivocadas y corruptas en este mundo y lamentablemente la Iglesia no ha sabido ni ha podido enfrentarlas en la forma correcta porque el Evangelio ha sido superficializado, se ha ido acomodando al tiempo presente.
El Evangelio según lo que se predica hoy, parece que no es extraído de los cuatro Evangelios, sino que parece que existiese otro, el evangelio según "san yo". Esto ocurre cuando a la gente sólo se le ofrece salud, dinero y amor; felicidad sin compromiso ninguno con el Señor, sin que esté presente la cruz de Cristo. Eso se llama humanismo puro, eso no lleva a la gente a los cambios que necesita.
En este tiempo difícil en que se ha perdido bastante la Unidad de la Iglesia de Cristo, bíblicamente estamos perdiendo batallas fundamentales en la Salvación de personas producto de la división y las contiendas de los siervos de Dios.
Es Jesús mismo a través de una oración que ruega por la Unidad de la Iglesia de hoy.
“Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Juan 17:20-21
¿Qué hizo Jesús?
El Rogó por nosotros, por todos. No rogó por alguna denominación, sino que rogó por todos nosotros que íbamos a creer en Él.
¿Para que rogó?
Rogó para que estemos en Unidad y que seamos Uno en Dios.
¿Qué nivel de Unidad?
Habla de una Unidad tan tremenda entre nosotros, que debe ser así como Jesús y el Padre son uno.
Resultados de Obedecer a Jesús: Salvación de muchas almas. Esta Unidad producirá un efecto tan grande que el mundo va a creer que Jesús vino enviado por Dios. Si hoy obedecemos a la Unidad, sin duda, la Palabra de Dios producirá frutos en nuestra sociedad. Frutos de Salvación.
Hermanos amados estamos tan lejos de esa Unidad, pero es tiempo de hacer lo posible para restaurar la Unidad de la Iglesia, y así muchos se salvarán y serán nuestros hermanos Cristianos.
Ejemplos de obediencia a Jesús en los discípulos:
“Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María madre de Jesús, y con sus hermanos. En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como de ciento veinte en número), y dijo:”
Hechos 1:14-15
“Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos.”
Hechos 2: 1
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas “
Hechos 2:41
Resumen: 120 personas estaban orando y rogando, unánimes juntos. Se derrama el Espíritu Santo, y luego en una predicación llena del Espíritu de Dios que convence de pecado, 3000 personas más se añadieron a estos 120 de un inicio. Un día de multiplicación, por estar en Unidad.
Luego:
“Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Hechos 2: 44-47
Siguió la Unidad de Dios y siguieron los frutos. Una de las cosas que en la Palabra se repite es la palabra “todos”, haciendo referencia a todos los cristianos: “Todos los que habían creído…”; y en el capítulo 47 se ven claramente los frutos de la Unidad, que es la salvación de personas: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
Hermanos amados, necesitamos ver el poder del Espíritu Santo en nuestra ciudad hoy día y la manifestación gloriosa del poder de Dios, para que muchas personas sean salvas; pero debemos estar unánimes juntos, en Unidad, en Amor de Dios, sin envidias, sin divisiones y para eso es necesario menguar y trabajar unánimes juntos.
Ejemplos en las cartas de Pablo a las Iglesias:
Pablo entendió muy bien esta Unidad y rogó a la Iglesia que fuesen uno:
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer “
1 Corintios 1: 10
Aquí Pablo ruega en el nombre de Jesús, diciendo que habléis todos una misma cosa…; nuevamente nos damos cuenta que la Unidad es un mandamiento para todos los hijos de Dios.
También podemos revisar la Unidad en las diferentes cartas de Pablo a las Iglesias:
Filipenses 2:1-4
Efesios 4
Colosenses 2:2
Gálatas 5:22-26
Filipenses 1:27
Romanos 12:3-16
Antes de empezar a leer este tema, te recordamos que Jesús es un Dios de inmenso Amor, y que menospreció su vida para salvarte a ti. Y si lo crees te salvas. Aquí sólo queremos introducirte al creer bíblico: la Fe
¿Para irnos al cielo solamente basta con creer que Jesús existe y tener respeto hacia El?
No. La Biblia en ningún momento nos habla de ese tipo de creer para obtener salvación (irnos al cielo). En el libro de Santiago hay un versículo clave que aclara todo esto:
“Tú Crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios también creen, y tiemblan.”
Santiago 2:19
Sin lugar a dudas hasta los demonios creen que Jesús existe, e incluso tiemblan delante de Dios, pero claramente no irán ni al cielo ni tendrán vida eterna.
“Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;”
2 Pedro 2:4
A veces como seres humanos creemos que existe Jesús, incluso tenemos un respeto y somos muy cuidadosos en decir algo en contra de las cosas de Dios, y nos parecemos mucho a ese creer en Dios, al igual que los demonios, pero éste tipo de creer en Dios no nos lleva hacia ningún lado.
Entonces, si la Biblia habla de que con sólo creer en Jesús somos salvos…
“Porque por gracias sois salvos por medio de la fe; y esto no vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”
Efesios 2:8-9
…¿Cuál es el Creer que nos Salva y nos lleva al cielo eterno?
La Fe
El creer que es conforme a la Palabra, siempre viene acompañado de obediencia.
Si creo en Jesús, creo lo que El me dice, y obviamente obedezco a Cristo y a su Palabra.
“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.”
2 Juan 1:9
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”
Marcos 16:16
Dios pide creer y hacer público nuestro creer, a través del bautismo en agua, que simboliza la muerte de nuestra vieja manera de vivir y nuestro nuevo nacimiento en Cristo Jesús.
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria de Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”
Romanos 6:4
¿Crees esta palabra?
Entonces con humildad haz esta oración:
Dios, reconozco que soy un pecador y que he vivido lejos de ti. Me arrepiento y te pido perdón, sabiendo que el precio por mis pecados lo pagó tu hijo Jesús en la cruz. Señor Jesús, te recibo en mi vida como mi Señor y Salvador. Por favor, lléname con tu Espíritu Santo y escribe mi nombre en el libro de la vida.
Cuando hagas esto, tu nombre será inscrito en el libro de la vida (registro en el cielo de todos los salvos), y Dios te habrá dado el mayor regalo del mundo: “La Salvación”.
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